A las puertas de cumplir cien años, Adela se despierta en la habitación de su residencia, inexplicablemente recuperada de su Alzheimer, aunque no se trata de ningún milagro. Sin embargo, a pesar de sus deseos de salir en busca de su marido, el país se encuentra confinado bajo el Estado de Alarma, decretado a partir de la crisis derivada por la aparición de una nueva y extraña gripe. No obstante, Adela no se quedará de brazos cruzados e intentará escapar, intentará denunciar lo que ocurre en su residencia, sin importarle quien se ponga en frente, así sea el dueño del geriátrico o el propio Estado.